Monk’Ice es mucho más que una heladería, es un lugar de postres que ofrece a sus clientes una experiencia única y personalizada. Con su enfoque en helados tailandeses y una amplia variedad de ingredientes, Monk’Ice se ha convertido en un destino popular para las familias y amantes de los postres en busca de sabores excepcionales.
La idea de abrir Monk’Ice surgió en 2018 cuando Mariana y Eduardo, los fundadores, estaban considerando abrir una cafetería. Sin embargo, después de descubrir los helados tailandeses, decidieron llevar las cosas a un nivel superior y crear un lugar que no solo ofreciera helados, sino una gama completa de postres, desde crepas hasta malteadas, tés y tizanas. Incluso agregaron hot cakes para el desayuno y pan y galletas artesanales. El objetivo era crear un espacio para toda la familia, donde todos pudieran encontrar algo que les gustara.
Lo que distingue a Monk’Ice de otras heladerías es su enfoque en la personalización. Utilizan una base deslactosada con un mínimo de azúcar, lo que permite a los clientes crear helados a medida según sus preferencias. Con más de 150 ingredientes a disposición, las posibilidades son infinitas. No hay límites para la creatividad en Monk’Ice.
El proceso de preparación es parte de la experiencia. Los helados se hacen de manera artesanal, y los clientes incluso pueden crear su propio helado si están celebrando su cumpleaños. La base se mezcla con ingredientes en una plancha congelada a -24 grados Celsius, creando rollos de helado deliciosos y visualmente impresionantes.
Mantenerse al tanto de las tendencias es fundamental para Monk’Ice. Observan de cerca el mercado de heladerías y siguen las tendencias en redes sociales y eventos. Ofrecen helados especiales de temporada, como el de pan de muerto, y se enorgullecen de utilizar ingredientes naturales en la mayoría de sus creaciones.
A pesar de que Monk’Ice no crea sabores de helado inusuales por sí mismos, fomentan la creatividad de sus clientes y están abiertos a combinaciones únicas. Algunos clientes han inventado sabores sorprendentes, como el helado de Jagermeister con mango y panditas. La reacción de los clientes ha sido en su mayoría positiva, y estas creaciones únicas a menudo se convierten en favoritos.
Además de vender, lo que más les gusta a los fundadores de Monk’Ice es la conexión con la gente. La marca está diseñada para evocar emociones, y ver a los clientes disfrutar de sus creaciones es una fuente de satisfacción. También valoran las relaciones públicas que han desarrollado a través de eventos privados y el feedback positivo de los clientes en línea.
Monk’Ice no se limita a helados; las crepas y malteadas son las opciones más solicitadas en su menú. Tanto las crepas como las malteadas son personalizadas, lo que significa que los clientes pueden diseñarlas a su gusto, desde ingredientes clásicos hasta combinaciones más audaces.
En cuanto a planes de expansión, Monk’Ice tiene previsto abrir en Querétaro, ya que consideran que es un mercado en crecimiento y una extensión natural de la Ciudad de México. Además, están explorando la posibilidad de franquicias y la expansión a otros lugares.
Monk’Ice no es solo una heladería; es un destino para los amantes de los postres y un lugar donde la creatividad y la personalización son bienvenidas. Con una amplia gama de opciones y un enfoque en la satisfacción del cliente, Monk’Ice se ha convertido en un lugar único en el mundo de los postres.